AGUA AZUL MARINO texto de Modesto Herrera

En el albor de un mañana que moja mis andanzas
y llueve mis recuerdos,
se llenan de un mar picado y bravo
las presencias del tiempo actual que estoy viviendo.

El piano del verano en pleno otoño
me conforta de todos mis pesares
cuando la madera invernal
provoca el sonido generado
por las manos de un mago
además de ser poeta de los soles
y las notas de do en ofrenda
a los dioses silenciosos,
las ondinas y los peces,
las sirenas jugueteando con tritones
y los seres mas bellos del planeta,
los delfines,
procurando allegarle
al hombre del teclado y de las notas,
más viento,
más lluvia,
más imágenes
del cielo tapizado de poemas,
nubes, Jirones de colores alargados
por un sol que aún se esconde,
pelícanos coqueteando con los peces
y disputando su porción de mar y cielo
con otras especies que se interponen en su pesca.

Los pescadores
con sus piernas desnudas
e impermeables amarillos,
se suman al poema
y solo la lluvia es la estrella principal de la mañana,
aceras mojadas y arenas de la playa,
esclavas de las gotas de una fina y persistente actriz
que nació en las nubes
pero tiene en su pasado mas remoto
el agua del océano
y como actores secundarios
los brazos de agua dulce,
espejos líquidos al pie de la montaña,
el mismo rocío que se evapora
con el sol del medio día
y en parte es devorado por las plantas
en ese clorofílico misterio
de lo que es el ciclo de la vida,
riachuelos que provocan el placer de los infantes
cuando se adentran en su mente jugando a los piratas
y subidos a un barco de papel
para ellos muy grande
y mas pequeño que una estrella,
atravesando ríos,
desembarcando en continentes
a la busca de hadas,
especies marinas olvidadas,
monstruos y tesoros escondidos,
perlas de luz que se pierden
cuando son grandes y sueñan otros sueños
que sueñan nuevamente los juglares

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